lunes, 12 de marzo de 2012

Corto Maltés


La biblioteca del centro ha adquirido las obras completas de Corto Maltés, de Hugo Pratt, en una edición de Norma editorial dividida en tres cofres. La ordenación pretende ser cronológica, pero no lo es exactamente: el primer álbum publicado, La balada del mar salado es el tomo diez, y la primera aventura cronológicamente hablando, La juventud, se corresponde con un tomo mucho más posterior. Así que si alguien quiere leerlos por orden, lo cual no es, en absoluto, obligatorio, puede informarse aquí.
Para quien no lo conozca, Corto Maltés es una creación de Pratt a partir de su propia biografía, tan llena de exotismo y aventura, que resulta igual de interesante que la del mismo personaje.
Las historias están ambientadas en el primer cuarto del s. XX, casi siempre con un conflicto bélico de por medio, predominando la Primera Guerra Mundial, lo que le añade un ingrediente de peligrosidad y dramatismo, y con un punto de vista acerca de la guerra, si bien no pacifista, sí escéptico, desde el de las víctimas o de quienes sacan tajada.
En relación con esto, nuestro protagonista no es un héroe propiamente dicho. Sí un aventurero, de corte romántico, que, por el camino ayuda y es ayudado por fieles amigos, y se topa con enemigos sin escrúpulos. De entre ellos, y no está muy claro donde se encuadra, irrumpe Rasputín, rufián de instintos asesinos y sin la menor ética que, a pesar de todo, logra caernos bien, e incluso dar pena: Corto, que lo trata con condescendencia, es su único amigo y soporte emocional.
La aventura se plasma más en el ambiente que en la acción. Diálogos (con significativos silencios), reflexiones en voz alta (con citas históricas y literarias), escenas oníricas, situaciones imprevisibles y, en ocasiones, absurdas se encadenan hasta hermosos finales.
¿Qué más se le puede pedir? Respuesta inmediata: el dibujo, por supuesto. Las portadas hechas a acuarela y las viñetas realizadas en blanco y negro entran por los ojos, cautivando nuestra atención desde el primer momento, gracias a su frescura. Encontramos atractivas composiciones sin degradados a la aguada, ni líneas de sombreado, con las tramas o texturas justas, con líneas estilizadas que son pura poesía visual, capaces de transmitir, por ejemplo, escenas nocturnas con viñetas donde predomina el blanco.
Corto Maltés es de los escasos ejemplos de obra personal de semejante magnitud, realizada por un guionista-dibujante, (como El Príncipe Valiente de Foster, o Tintín de Hergé, ambos presentes también en la biblioteca).
Descubrí a Corto Maltés, precisamente, gracias al dibujo, ya que no tenía referencia previa, y desde entonces leo y releo con placer todos los álbumes, con cierta pena por el hecho de que no habrá ninguna aventura nueva más, ya que Pratt nos dejó en hace más de quince años. Sólo me queda la satisfacción de recomendarlo. Espero haberlo conseguido.